Me explico, los partidos políticos siguen siendo la base democrática de las naciones, lastimosamente (para nuestro país) con el silogismo simple implícito de que a partidos políticos débiles, democracia débil.
“Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Georg C. Lichtenberg
“Mano firme, pasión por México”; “México ya, el cambio que a ti te conviene”; “Que el poder sirva a la gente; “El cambio verdadero está en tus manos; “Lo mejor está por venir”; “Vivir mejor”; “Sonríe, vamos a ganar”. Estas frases de campaña o eslóganes han sido utilizadas por distintos candidatos en pasadas contiendas electorales, ¿usted podría distinguir a qué partido pertenecen? Sé que es complicado, puesto ninguno de ellos tiene un sesgo marcado con ideología en general, ni tampoco con una identidad partidista, lo más cercano a una identificación sea hacia algún personaje.
No es que usted o yo estemos mal en nuestro -análisis del discurso-, lo que pasa es que alrededor del mundo, de manera más acelerada a partir del nuevo milenio, la ideología política -la idea de izquierda y derecha-, se ha ido diluyendo y con ello las identidades partidistas. Esto acompañado de las “nuevas” maneras de hacer campañas o, en realidad, de mostrar la política. Es decir, a partir de la masificación de los medios de comunicación, los partidos han pasado a segundo término (mediático) y el actor preponderante es el o la candidata pero vista como un producto y, por ende, el ciudadano o votante, pasó a ser visto como consumidor.
Esto se acentuó con la llegada de las llamadas benditas redes sociales, ya que la ciudadanía que juega un rol político o pretende jugarlo, no necesita los “monstruosos aparatos burocráticos” que se volvieron los partidos políticos, puesto que puede participar en lo político con un rol activo incluso sin los medios de comunicación tradicionales. La respuesta de los partidos, en lugar de realizar un análisis profundo de sus estructuras y funcionamiento, ha sido cooptar figuras mediáticas o a los llamados “influencers” para mantenerse en vigencia, pero sin una mayor conexión que los tiempos de campaña.
Me explico, los partidos políticos siguen siendo la base democrática de las naciones, lastimosamente (para nuestro país) con el silogismo simple implícito de que a partidos políticos débiles, democracia débil. Como ejemplo en nuestro país, hoy vemos a los antiguos gigantes -que sí tenían claro su lugar en el cartesiano político- PRD, PRI, PAN (izquierda, centro, derecha, respectivamente) han languidecido ante la llegada de un Movimiento de Regeneración Nacional (morena), Movimiento Ciudadano (MC) y otros con origen local, que su único cambio ha sido de nomenclatura para desmarcarse de lo que significa ser un partido político, sumado a que sus candidatos cada vez se vinculan menos con la vida interna del partido.
Ante esto y a pregunta explícita de que si aún tienen importancia los partidos políticos, la respuesta sería: sí, pero no como los conocemos hoy. No refiero a cambios de nombres ni de branding, sino a una reflexión integral de la pertinencia y los cambios necesarios para justificar su existencia. Se deberá de volver a las raíces de ser los espacios donde se conjuntan las expresiones de pensamiento -de un lado y del otro-, conjugar dichas expresiones en una organización que vuelva a representar a cierto número representativo de la población, quizá un ejemplo reciente fue el origen de Podemos, en España. Si no existe un ejercicio al interior de las instituciones partidistas, terminarán por sucumbir y los vacíos que dejarán, serán llenados por productos efímeros, desideologizados y sin representatividad social.
ADRIANA SARUR
Fuente: El Heraldo de México